sábado, 15 de marzo de 2014

Una teoría de la clase política

Este artículo lo leí en septiembre de 2012, y decidí guardarlo en el escritorio de mi ordenador para comprobar si efectivamente pasaría lo que en el predecía y a la visto en las noticias de ayer en las que nos dan una idea de cómo puede modificarse nuestro sistema tributario creo que el calamar no se ha cansado de seguir succionando.



Una teoría de la clase política española 

Los partidos han generado burbujas compulsivamente 

CÉSAR MOLINAS. 08/09/2012 23:44 

En este artículo propongo una teoría de la clase política española para argumentar la necesidad imperiosa y urgente de cambiar nuestro sistema electoral para adoptar un sistema mayoritario. La teoría se refiere al comportamiento de un colectivo y, por tanto, no admite interpretaciones en términos de comportamientos individuales. ¿Por qué una teoría? Por dos razones. En primer lugar porque una teoría, si es buena, permite conectar sucesos aparentemente inconexos y explicar sucesos aparentemente inexplicables. Es decir, dar sentido a cosas que antes no lo tenían. Y, en segundo lugar, porque de una buena teoría pueden extraerse predicciones útiles sobre lo que ocurrirá en el futuro. Empezando por lo primero, una buena teoría de la clase política española debería explicar, por lo menos, los siguientes puntos: 
1. ¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que le está pasando a España? 
2. ¿Cómo es posible que ningún partido político tenga una estrategia o un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar? 
3. ¿Cómo es posible que la clase política española sea incapaz de ser ejemplar? ¿Cómo es posible que nadie salvo el Rey y por motivos propios haya pedido disculpas?
4. ¿Cómo es posible que la estrategia de futuro más obvia para España -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios? 
En lo que sigue, argumento que la clase política española ha desarrollado en las últimas décadas un interés particular, sostenido por un sistema de captura de rentas, que se sitúa por encima del interés general de la nación. En este sentido forma una élite extractiva, según la terminología popularizada por Acemoglu y Robinson. Los políticos españoles son los principales responsables de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras  innecesarias. Estos procesos han llevado a España a los rescates europeos, resistidos de forma numantina por nuestra clase política porque obligan a hacer reformas que erosionan su interés particular. Una reforma legal que implantase un sistema electoral mayoritario provocaría que los cargos electos fuesen responsables ante sus votantes en vez de serlo ante la cúpula de su partido, daría un vuelco muy positivo a la democracia española y facilitaría el proceso de reforma estructural. Empezaré haciendo una breve historia de nuestra clase política. A continuación la caracterizaré como una generadora compulsiva de burbujas. En tercer lugar explicitaré una teoría de la clase política española. En cuarto lugar usaré esta teoría para predecir que nuestros políticos pueden preferir salir del euro antes que hacer las reformas necesarias para permanecer en él. Por último propondré cambiar nuestro sistema electoral proporcional por uno mayoritario, del tipo firstpast-the-post,como medio de cambiar nuestra clase política.

La historia 

Los políticos de la Transición tenían procedencias muy diversas: unos venían del franquismo, otros del exilio y otros estaban en la oposición ilegal del interior. No tenían ni espíritu de gremio ni un interés particular como colectivo. Muchos de ellos no se veían a sí mismos como políticos profesionales y, de hecho, muchos no lo fueron nunca. Estos políticos tomaron dos decisiones trascendentales que dieron forma a la clase política que les sucedió. La primera fue adoptar un sistema electoral proporcional corregido, con listas electorales cerradas y bloqueadas. El objetivo era consolidar el sistema de partidos políticos fortaleciendo el poder interno de sus dirigentes, algo que entonces, en el marco de una democracia incipiente y dubitativa, parecía razonable. La segunda decisión, cuyo éxito se condicionaba al de la primera, fue descentralizar fuertemente el Estado, adoptando la versión café para todos del Estado de las autonomías.
Los peligros de una descentralización excesiva, que eran evidentes, se debían conjurar a partir del papel vertebrador que tendrían los grandes partidos políticos nacionales, cohesionados por el fuerte poder de sus cúpulas. El plan, por aquel entonces, parecía sensato. Pero, tal y como le ocurrió al Dr. Frankenstein, lo que creó al monstruo no fue el plan, que no era malo, sino su implementación. Por una serie de infortunios, a la criatura de Frankenstein se le acabó implantando el cerebro equivocado. Por una serie de imponderables, a la joven democracia española se le acabó implantando una clase política profesional que rápidamente devino disfuncional y monstruosa. Matt Taibbi, en su célebre artículo de 2009 en Rolling Stone sobre Goldman Sachs “La gran máquina americana de hacer burbujas” comparaba al banco de inversión con un gran calamar vampiro abrazado a la cara de la humanidad que va creando una burbuja tras otra para succionar de ellas todo el dinero posible. Más adelante propondré un símil parecido para la actual clase política española, pero antes conviene analizar cuáles han sido los cuatro imponderables que han acabado generando a nuestro monstruo. 
En primer lugar, el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas, ha creado una clase política profesional muy distinta de la que protagonizó la Transición. Desde hace ya tiempo, los cachorros de las juventudes de los diversos partidos políticos acceden a las listas electorales y a otras prebendas por el exclusivo mérito de fidelidad a las cúpulas. Este sistema ha terminado por convertir a los partidos en estancias cerradas llenas de gente en las que, a pesar de lo cargado de la atmósfera, nadie se atreve a abrir las ventanas. No pasa el aire, no fluyen las ideas, y casi nadie en la habitación tiene un conocimiento personal directo de la sociedad civil o de la economía real. La política y sus aledaños se han convertido en un modus vivendi que alterna cargos oficiales con enchufes en empresas, fundaciones y organismos públicos y, también, con canonjías en empresas privadas reguladas que dependen del BOE para prosperar. 
En segundo lugar, la descentralización del Estado, que comenzó a principios de los 80, fue mucho más allá de lo que era imaginable cuando se aprobó la Constitución. Como señala Enric Juliana en su reciente libro Modesta España, el Estado de las autonomías inicialmente previsto, que presumía una descentralización controlada de “arriba a abajo”, se vio rápidamente desbordado por un movimiento de “abajo a arriba” liderado por élites locales que, al grito de “¡no vamos a ser menos!”, acabó imponiendo la versión de café para todos del Estado autonómico. ¿Quiénes eran y qué querían estas élites locales? A pesar de ser muy lampedusiano, Juliana se limita a señalar a “un democratismo pequeñoburgués que surge desde abajo”. Eso es, sin duda, verdad. Pero, adicionalmente, es fácil imaginar que los beneficiarios de los sistemas clientelares y caciquiles implantados en la España de provincias desde 1833, miraban al nuevo régimen democrático con preocupación e incertidumbre, lo que les pudo llevar, en muchos casos, a apuntarse a “cambiarlo todo para que todo siga igual” y a ponerse en cabeza de la manifestación descentralizadora.
Como resultante de estas fuerzas, se produjo un crecimiento vertiginoso de las Administraciones Públicas: 17 administraciones y gobiernos autonómicos, 17 parlamentos y miles -literalmente miles- de nuevas empresas y organismos públicos territoriales cuyo objetivo último en muchos casos, era generar nóminas y dietas. En ausencia de procedimientos establecidos para seleccionar plantillas, los políticos colocaron en las nuevas administraciones y organismos a deudos, familiares, nepotes y camaradas, lo que llevó a una estructura clientelar y politizada de las administraciones territoriales que era inimaginable cuando se diseñó la Constitución. A partir de una Administración hipertrofiada, la nueva clase política se había asegurado un sistema de captura de rentas -es decir un sistema que no crea riqueza nueva, sino que se apodera de la ya creada por otros- por cuyas alcantarillas circulaba la financiación de los partidos. 
En tercer lugar, llegó la gran sorpresa. El poder dentro de los partidos políticos se descentralizó a un ritmo todavía más rápido que las Administraciones Públicas. La idea de que la España autonómica podía ser vertebrada por los dos grandes partidos mayoritarios saltó hecha añicos cuando los llamados barones territoriales adquirieron bases de poder de “abajo a arriba” y se convirtieron, en la mejor tradición del conde
de Warwick, en los hacedores de reyes de sus respectivos partidos. En este imprevisto contexto, se aceleró
la descentralización del control y la supervisión de las Cajas de Ahorro. Las comunidades autónomas se apresuraron a aprobar sus propias leyes de Cajas y, una vez asegurado su control, poblaron los consejos de administración y cargos directivos con políticos, sindicalistas, amigos y compinches. Por si esto fuera poco, las Cajas tuteladas por los gobiernos autonómicos hicieron proliferar empresas, organismos y fundaciones filiales, en muchas ocasiones sin objetivos claros aparte del de generar más dietas y más nóminas. 
Y en cuarto lugar, aunque la lista podría prolongarse, la clase política española se ha dedicado a colonizar ámbitos que no son propios de la política como, por ejemplo y sin ánimo de ser exhaustivo, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Banco de España, la CNMV, los reguladores sectoriales de energía y telecomunicaciones, la Comisión de la Competencia… El sistema democrático y el Estado de derecho necesitan que estos organismos, que son los encargados de aplicar la Ley, sean independientes. La politización a la que han sido sometidos ha terminado con su independencia, provocando una profunda deslegitimación de estas instituciones y un severo deterioro de nuestro sistema político. Pero es que hay más. Al tiempo que invadía ámbitos ajenos, la política española abandonaba el ámbito que le es propio: el Parlamento. El Congreso de los Diputados no es solo el lugar donde se elaboran las leyes; es también la institución que debe exigir la rendición de cuentas. Esta función del Parlamento, esencial en cualquier democracia, ha desaparecido por completo de la vida política española desde hace muchos años.
La quiebra de Bankia, escenificada en la pantomima grotesca de las comparecencias parlamentarias del pasado mes de julio, es sólo el último de una larga serie de casos que el Congreso de los Diputados ha decidido tratar como si fuesen catástrofes naturales, como un terremoto, por ejemplo, en el que aunque haya víctimas no hay responsables. No debería sorprender, desde esta perspectiva, que los diputados no frecuenten la Carrera de San Jerónimo: hay allí muy poco que hacer. 

Las burbujas 

Los cuatro procesos descritos en los párrafos anteriores han conformado un sistema político en el que las instituciones están, en el mal sentido de la palabra, excesivamente politizadas y en el que nadie acaba siendo responsable de sus actos porque nunca se exige en serio rendición de cuentas. Nadie dentro del sistema pone en cuestión los mecanismos de capturas de rentas que constituyen el interés particular de la clase política española. Este es el contexto en el que se desarrollaron no sólo la burbuja inmobiliaria y el saqueo y quiebra de la gran mayoría de las Cajas de Ahorro, sino también otras “catástrofes naturales”, otros “actos de Dios”, a cuya generación tan adictos son nuestros políticos. Porque, como el gran calamar de Taibbi, la clase política española genera burbujas de manera compulsiva. Y lo hace no tanto por ignorancia o por incompetencia como porque en todas ellas captura rentas. Hagamos, sin pretensión alguna de exhaustividad, un brevísimo repaso de las principales tropelías impunes de las últimas dos décadas: la burbuja inmobiliaria, las Cajas de Ahorro, las energías renovables y las nuevas autopistas de peaje. 
La burbuja inmobiliaria española fue, en términos relativos, la mayor de las tres que estuvieron en el origen de la actual crisis global, siendo las otras dos la estadounidense y la irlandesa . No hay duda de que, como las demás, estuvo alimentada por los bajos tipos de interés y por los desequilibrios macroeconómicos a escala mundial. Pero, dicho esto, al contrario de lo que sucede en EE UU, las decisiones sobre qué se construye y dónde se construye en España se toman en el ámbito político. Aquí no se puede hablar de pecados por omisión, de olvido del principio de que los gestores públicos deben gestionar como diligentes padres de familia. No. En España la clase política ha inflado la burbuja inmobiliaria por acción directa, no por omisión ni por olvido. Los planes urbanísticos se fraguan en complejas y opacas negociaciones de las que, además de nuevas construcciones, surgen la financiación de los partidos políticos y numerosas fortunas personales, tanto entre los recalificados como entre los recalificadores. Por si el poder de los políticos –decidir el qué y el dónde- no fuese suficiente, la transmisión del control de las Cajas de Ahorro a las comunidades autónomas añadió a los dos anteriores el poder de decisión sobre el quién, es decir, el poder de decisión sobre quién tenía financiación de la Caja de turno para ponerse a construir. Esto supuso un salto cualitativo en la capacidad de captura de rentas de la clase política española, acercándola todavía más a la estrategia del calamar vampiro de Taibbi. Primero se infla la burbuja, a continuación se capturan todas las rentas posibles y, por último, a la que la burbuja pincha… ¡ahí queda eso! El panorama, cinco años después del pinchazo de la burbuja, no puede ser más desolador. La economía española no crecerá durante muchos años más. Y las Cajas de Ahorro han desaparecido, la gran mayoría por insolvencia o quiebra técnica. ¡Ahí queda eso! Las otras dos burbujas que mencionaré son resultado de la peculiar simbiosis de nuestra clase política con el “capitalismo castizo”, es decir, con el capitalismo español que vive del favor del Boletín Oficial del Estado.
En una reunión reciente, un conocido inversor extranjero lo llamó “relación incestuosa”; otro, nacional, habló de “colusión contra consumidores y contribuyentes”. Sea lo que sea, recordemos en primer lugar la burbuja de las energías renovables. España representa un 2% del PIB mundial y está pagando el 15% del total global de las primas a las energías renovables. Este dislate, presentado en su día como una apuesta por situarse en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático, es un sinsentido que España no se puede permitir. Pero estas primas generan muchas rentas y prebendas capturadas por la clase política y, también hay que decirlo, mucho fraude y mucha corrupción a todos los niveles de la política y de la Administración.
Para financiar las primas, las empresas y familias españolas pagan la electricidad más cara de Europa, lo que supone una grave merma de competitividad para nuestra economía. A pesar de esos precios exagerados, y de que la generación eléctrica tiene un exceso de capacidad de más del 30%, el sistema eléctrico español ostenta un déficit tarifario de varios miles de millones de euros al año y más de 24.000 millones de deuda acumulada que nadie sabe cómo pagar. La burbuja de las renovables ha pinchado y… ¡ahí queda eso!  La última burbuja que traeré a colación, aunque la lista es más larga (fútbol, televisiones…), es la formada por las innumerables infraestructuras innecesarias construidas en las últimas dos décadas a costes astronómicos para beneficio de constructores y perjuicio de contribuyentes. Uno de los casos más hirriantes es el de las autopistas radiales de Madrid, pero hay muchísimos más. Las radiales, que pretendían  descongestionar los accesos a Madrid, se diseñaron y construyeron haciendo dejación de principios muy
importantes de prudencia y buena administración. Para empezar, se hicieron unas previsiones temerarias del tráfico que dichas autopistas iban a tener. En la actualidad el tráfico no supera el 30% de lo previsto. Y no es por la crisis: en los años del boom tampoco había tráfico. A continuación ¿incomprensiblemente? el Gobierno permitió que los constructores y los concesionarios fuesen, esencialmente, los mismos. Esto es un disparate, porque al disfrazarse los constructores de concesionarios mediante unas sociedades con muy poco capital y mucha deuda, se facilitaba que pasara lo que acabó pasando: los constructores cobraron de las concesionarias por construir las autopistas y, al constatarse que no había tráfico, amenazaron con dejarlas quebrar. Los principales acreedores eran ¡oh sorpresa! las Cajas de Ahorro. Los más de 3.000 millones de deuda nadie sabe cómo pagarlos y acabarán recayendo sobre el contribuyente pero, en cualquier caso, ¡ahí queda eso! 

La teoría  

Termino aquí la parte descriptiva de este artículo en la que he resumido unos pocos “hechos estilizados” que considero representativos del comportamiento colectivo, no necesariamente individual, y esto es importante recordarlo, de los políticos españoles. Paso ahora a formular una teoría de la clase política española como grupo de interés. 
El enunciado de la teoría es muy simple. La clase política española no sólo se ha constituido en un grupo de interés particular, como los controladores aéreos, por poner un ejemplo, sino que ha dado un paso más, consolidándose como una élite extractiva, en el sentido que dan a este término Acemoglu y Robinson en su reciente y ya célebre libro Por qué fracasan las naciones. Una élite extractiva se caracteriza por: 
"Tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de
la población en beneficio propio". 
"Tener el poder suficiente para impedir un sistema institucional inclusivo, es decir, un sistema que distribuya el poder político y económico de manera amplia, que respete el Estado de derecho y las reglas del mercado libre. Dicho de otro modo, tener el poder suficiente para condicionar el funcionamiento de una sociedad abierta -en el sentido de Popper- u optimista -en el sentido de Deutsch". 
"Abominar la 'destrucción creativa', que caracteriza al capitalismo más dinámico. En palabras de Schumpeter "la destrucción creativa es la revolución incesante de la estructura económica desde dentro, continuamente destruyendo lo antiguo y creando lo nuevo". 
Este proceso de destrucción creativa es el rasgo esencial del capitalismo.”Una élite extractiva abomina, además, cualquier proceso innovador lo suficientemente amplio como para acabar creando nuevos núcleos de poder económico, social o político". 
Con la navaja de Occam en la mano, si esta sencilla teoría tiene poder explicativo, será imbatible. ¿Qué tiene que decir sobre las cuatro preguntas que se le han planteado al principio del artículo? Veamos:  
1. La clase política española, como élite extractiva, no puede tener un diagnóstico razonable de la crisis. Han sido sus mecanismos de captura de rentas los que la han provocado y eso, claro está, no lo pueden decir. Cierto, hay una crisis económica y financiera global, pero eso no explica seis millones de parados, un sistema financiero parcialmente quebrado y un sector público que no puede hacer frente a sus compromisos de pago. La clase política española tiene que defender, como está haciendo de manera unánime, que la crisis es un acto de Dios, algo que viene de fuera, imprevisible por naturaleza y ante lo cual sólo cabe la resignación. 
2. La clase política española, como élite extractiva, no puede tener otra estrategia de salida de la crisis distinta a la de esperar que escampe la tormenta. Cualquier plan a largo plazo, para ser creíble, tiene que incluir el desmantelamiento, por lo menos en parte, de los mecanismos de captura de rentas de los que se beneficia. Y eso, por supuesto, no se plantea. 
3. ¿Pidieron perdón los controladores aéreos por sus desmanes? No, porque consideran que defendían su interés particular. ¿Alguien ha oído alguna disculpa de algún político por la situación en la que está España? No, ni la oirá, por la misma razón que los controladores. ¿Cómo es que, como medida ejemplarizante, no se ha planteado en serio la abolición del Senado, de las diputaciones, la reducción del número de ayuntamientos…? Pues porque, caídas las Cajas de Ahorro -y ante las dificultades presentes para generar nuevas burbujas- la defensa de las rentas capturadas restantes se lleva a ultranza. 
4. Tal y como establece la teoría de las élites extractivas, los partidos políticos españoles comparten un gran desprecio por la educación, una fuerte animadversión por la innovación y el emprendimiento y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigación. De la educación sólo parece interesarles el adoctrinamiento: las estridentes peleas sobre la Educación para la Ciudadanía contrastan con el silencio espeso que envuelve las cuestiones verdaderamente relevantes como, por ejemplo, el elevadísimo fracaso escolar o los lamentables resultados en los informes PISA. La innovación y el emprendimiento languidecen en el marco de regulaciones disuasorias y fiscalidades punitivas sin que ningún partido se tome en serio la necesidad de cambiarlas. Y el gasto en investigación científica, concebido como suntuario de manera casi unánime, se ha recortado con especial saña sin que ni un solo político relevante haya protestado por un disparate que compromete más que ningún  otro el futuro de los españoles. 
La teoría de las élites extractivas, por lo visto hasta aquí, parece dar sentido a bastantes rasgos llamativos del comportamiento de la clase política española. Veamos qué nos dice sobre el futuro. 

La predicción 

La crisis ha acentuado el conflicto entre el interés particular de la clase política española y el interés general de España. Las reformas necesarias para permanecer en el euro chocan frontalmente con los mecanismos de
captura de rentas que sostienen dicho interés particular. Por una parte, la estabilidad presupuestaria va a requerir una reducción estructural del gasto de las Administraciones públicas superior a los 50 millardos de euros, un 5% del PIB. Esto no puede conseguirse con más recortes coyunturales: hacen falta reformas en profundidad que, de momento, están inéditas. Se tiene que reducir drásticamente el sector público empresarial, esa zona gris entre la Administración y el sector privado, que, con sus muchos miles de empresas, organismos y fundaciones, constituye una de las principales fuentes de rentas capturadas por la clase política. Por otra parte, para volver a crecer, la economía española tiene que ganar competitividad.Para eso hacen falta muchas más reformas para abrir más sectores a la competencia, especialmente en el mencionado sector público empresarial y en sectores regulados. Esto debería hacer más difícil seguir creando burbujas en la economía española. 
La infinita desgana con la que nuestra clase política está abordando el proceso reformista ilustra bien que,colectivamente al menos, barrunta las consecuencias que las reformas pueden tener sobre su interés particular. La única reforma llevada a término por iniciativa propia, la del mercado de trabajo, no afecta directamente a los mecanismos de captura de rentas. Las que sí lo hacen, exigidas por la UE como, por ejemplo, la consolidación fiscal, no se han aplicado. Deliberadamente, el Gobierno confunde reformas con recortes y subidas de impuestos y ofrece los segundos en vez de las primeras, con la esperanza de que la tempestad amaine por sí misma y, al final, no haya que cambiar nada esencial. Como eso no va a ocurrir, en algún momento la clase política española se tendrá que plantear el dilema de aplicar las reformas en serio o abandonar el euro. Y esto, creo yo, ocurrirá más pronto que tarde. 
La teoría de las élites extractivas predice que el interés particular tenderá a prevalecer sobre el interés general. Yo veo probable que en los dos partidos mayoritarios españoles crezca muy deprisa el sentimiento “pro peseta”. De hecho, ya hay en ambos partidos cabezas de fila visibles de esta corriente. La confusión inducida entre recortes y reformas tiene la consecuencia perversa de que la población no percibe las ventajasa largo plazo de las reformas y sí experimenta el dolor a corto plazo de los recortes que, invariablemente, sepresentan como una imposición extranjera. De este modo se crea el caldo de cultivo necesario para, cuandolas circunstancias sean propicias, presentar una salida del euro como una defensa de la soberanía nacionalante la agresión exterior que impone recortes insufribles al Estado de bienestar. También, por poner unejemplo, los controladores aéreos presentaban la defensa de su interés particular como una defensa de laseguridad del tráfico aéreo. La situación actual recuerda mucho a lo ocurrido hace casi dos siglos cuando, en1814, Fernando VII – El Deseado- aplastó la posibilidad de modernización de España surgida de la Constitución de 1812 mientras el pueblo español le jaleaba al grito de ¡vivan las “caenas”! Por supuesto queal Deseado actual –llámese Mariano, Alfredo u otra cosa- habría que jalearle incorporando la vigentesensibilidad autonómica, utilizando gritos del tipo ¡viva Gürtel! ¡vivan los ERE de Andalucía! ¡visca elPalau de la Música Catalana! Pero, en cualquier caso, las diferencias serían más de forma que de fondo. Una salida del euro, tanto si es por iniciativa propia como si es porque los países del norte se hartan deconvivir con los del sur, sería desastrosa para España. Implicaría, como acertadamente señalaron JesúsFernández-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos en EL PAÍS el pasado mes de junio, no sólouna vuelta a la España de los 50 en lo económico, sino un retorno al caciquismo y a la corrupción en lo político y en lo social que llevaría a fechas muy anteriores y que superaría con mucho a la situación actual, que ya es muy mala. El calamar vampiro, reducido a chipirón, sería cabeza de ratón en vez de cola de león, pero eso nuestra clase política lo ve como un mal menor frente a la alternativa del harakiri que suponen las reformas. Los liberales, como en 1814, serían masacrados –de hecho, en los dos partidos mayoritarios, ya se observan movimientos en esa dirección. 
El peligro de que todo esto acabe ocurriendo en un plazo relativamente corto es, en mi opinión, muy significativo. ¿Se puede hacer algo por evitarlo? Lamentablemente, no mucho, aparte de seguir publicando artículos como éste. Como muestran todos los sondeos, el desprestigio de la clase política española es inmenso, pero no tiene alternativa a corto plazo. A más largo plazo, como explico a continuación, sí la tiene. 

Cambiar el sistema electoral 

La clase política española, como hemos visto en este artículo, es producto de varios factores entre los que destaca el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas confeccionadas por las cúpulas de los partidos políticos. Este sistema da un poder inmenso a los dirigentes de los partidos y ha acabado produciendo una clase política disfuncional. No existe un sistema electoral perfecto -todos tienen ventajas e inconvenientes- pero, por todo lo expuesto hasta aquí, en España se tendría que cambiar de sistema con el objetivo de conseguir una clase política más funcional. Los sistemas mayoritarios producen cargos electos que responden ante sus electores, en vez de hacerlo de manera exclusiva ante sus dirigentes partidarios. Como consecuencia, las cúpulas de los partidos tienen menos poder que las que surgen de un sistema proporcional y la representatividad que dan de las urnas está menos mediatizada. Hasta aquí todo son ventajas. También hay inconvenientes. Un sistema proporcional acaba dando escaños a partidos minoritarios que podrían no obtener ninguno con un sistema mayoritario. Esto perjudicaría a partidos minoritarios de base estatal, pero beneficiaría a partidos minoritarios de base regional. En cualquier caso, el rasgo relevante de un sistema mayoritario es que el electorado tiene poder de decisión no solo sobre los partidos sino también sobre las personas que salen elegidas y eso, en España, es ahora una necesidad perentoria que compensa con creces los inconvenientes que el sistema pueda tener. 
Un sistema mayoritario no es bálsamo de Fierabrás que cure al instante cualquier herida. Pero es muy probable que generase una clase política diferente, más adecuada a las necesidades de España. En Italia es inminente una propuesta de ley para cambiar el actual sistema proporcional por uno mayoritario corregido: dos tercios de los escaños se votarían en colegios uninominales y el tercio restante en listas cerradas en las que los escaños se distribuirían proporcionalmente a los votos obtenidos. Parece ser que el Gobierno “técnico” de Monti ha llegado a conclusiones similares a las que defiendo yo aquí: sin cambiar a una clase política disfuncional no puede abordarse un programa reformista ambicioso. Y es que, como le oí decir una vez a Carlos Solchaga, un “técnico” es un político que, además, sabe de algo. ¿Para cuándo una reforma electoral en España? ¿Habrá que esperar a que lleguen los “técnicos”? 

César Molinas publicará en 2013 un libro titulado “¿Qué hacer con España?”. Este artículo corresponde
a uno de sus capítulos. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Euro por receta, copago...

Pues yo no lo entiendo. No entiendo como en ciertas comunidades imponen el copago de los servicios sanitarios, y en otras el euro por receta.
Eso si, se implanto en el mes de de julio y enseguida aparecieron noticias avalando lo acertado de la decisión, se había reducido el gasto y la gente ya no iba a las farmacias a recoger medicamentos por deporte.
http://politica.elpais.com/politica/2012/08/27/actualidad/1346095838_168060.html

Pero digo que no lo entiendo porque si el origen de estas medidas es reducir el gasto sanitario, que hago en casa yo con soluciones inyectables de HIBOR 3.500 UI que ya no voy a usar.
Solución inyectable
Vaya por delante que como somos muy ricos las he pagado mas caras que antes de aplicarse el copago porque no nos olvidemos el copago no existe, todo sale de nuestros impuestos así que ahora las he pagado vía impuestos mas la tasa que me aplican en la farmacia según como sea mi nivel de renta.
Pero en el fondo no se ha dado cuenta nadie de que lo mismo que a mi me ha pasado no le estará pasando a  mas consumidores.
No seria más lógico que antes de hacernos pagar lo que no vamos a usar y por tanto tirar, y esto no es ahorro sino derroche, se debería solo consumir los medicamentos que exactamente hacen falta.
No seria más lógico que se pudieran devolver esas dosis que no voy a usar para que otra persona las use o si no se quiere por medidas de seguridad, que el médico prescribiera las que realmente van a hacer falta, que estoy seguro que lo pueden saber.
Consumiendo lo que exclusivamente vamos a necesitar es como  de verdad se empieza a ahorrar si es de verdad lo que estas medidas persiguen.
Pero creo que eso no es lo que de verdad se persigue, creo que lo que de verdad se persigue es usando esa excusa incrementar la presión fiscal para sacarnos más dinero a la maltrecha clase trabajadora para que otros puedan seguir manteniendo sus privilegios.
Tampoco es tan difícil aplicar si se quiere lo que a mi, un humilde mortal se le ha ocurrido y que además en otros países de nuestro alrededor hacen y para lo que otras veces interesa se nos pone de ejemplo.
¡Mira que nos toman el pelo!
Quiero aclarar que solo he gastado 15 de las 30 dosis que traía la caja, la mitad a la basura. ¿A quien le puede interesar esto? Ministro de Sanidad piense en los ciudadanos.

domingo, 15 de abril de 2012

¡Yo aviso!

Me ha enviado un buen amigo un correo que voy a reproducir aquí y que creo que es muy interesante su lectura. Se trata de un articulo de opinión publicado en Bilbao y que lo firma Carlos Gorostiza y se titula ¡Yo aviso!, y dice:

¡Yo aviso!

Aviso a Seat, Renault, Vw, Ford, Opel... de que he reparado mi viejo coche y que he descartado completamente cambiarlo.
Aviso al BBVA, Santander, La Caixa, Kutxa... de que he renunciado a aquella compra que tenia pensada y que no necesitaré ya pedir ningún crédito.
Aviso a Bimbo, Danone, Nestlé, Campofrio, Henkel, Fairy, Ariel... de que me he convertido en un experto en marcas blancas que son las únicas que lenan ahora mi carro.
Aviso a El Corte Inglés, Inditex, Cortefiel, Hispanitas...de que ya solo compro ropa en outlets o en rebajas. ¡Ah! Y que conozco todas las modistas de arreglos de mi barrio.
Aviso a Cepsa, BP, Repsol, Shell, Petonor, Avia...de que me acostumbre a conducir despacio cuando la limitación a 110 y que ahora paso de largo por muchas gasolineras. Y, por supuesto en viajes largos uso el bus.
Aviso a Prisa, Vocento, Mediapro, Mediaset, Euskaltel y Movistar que la TV de pago ni siquiera la tengo como opción y que he descubierto que se vive perfectamente sin comprar todos los periódicos.
Aviso a las cadenas Barceló, Sol, Zenith, Meliá... de que ya he reservado plaza en un camping para este verano en lugar del hotel de playa de los pasados años.
Soy un privilegiado. Tengo un buen sueldo, excelente en comparación con el de la mayoría de mis amigos, así que estas decisiones no son nada comparadas con las que, sí o sí, han de tomar ellos y otros muchos millones de consumidores. Porque- señores- no olviden que austeridad es NO COMPRAR.
Quienes hoy aplauden entusiasmados esta reforma laboral que precariza  los empleos, que expulsa a la clase media del mercado, que destroza la esperanza de los jóvenes más preparados que miran al extranjero como hicieron sus abuelos, mejor harían en no recalentarse las manos con tanta ovación porque tal vez las necesiten para cavar con ellas la tumba de los negocios que hasta ahora les hicieron ricos.
Quien paga sueldos "nimiliuristas" no puede ser tan tonto como para creer que el resto de las empresas no haran lo mismo que él y que, por lo tanto, al cabo no habrá consumidores capaces de comprar lo que él tanto necesita vender. Es obvio. Falta solo saber cuánto tardarán en darse cuenta y a cuanta gente habrán destrozado para entonces.
Aviso de que mi huelga particular empezó antes del 29 y que se prolongará mucho después. ¿Y la de usted?






lunes, 30 de enero de 2012

Nuestro mercado laboral y tejido industrial.


Con esto pretendo que tengamos una idea de cual es el mercado de trabajo que hay en España y cómo son sus empresas, seguro que más de uno no se lo cree, será lo mismo que me paso a mi al empezar a escudriñar en el INE, todos los datos que a continuación aparecen están extraídos de sus informes.

PARADOS Y GASTO DEL ESTADO EN DESEMPLEO
·         Lunes 5/9/2011.Efe-Madrid. “España gasta 30.000 millones de euros al año en prestación por desempleo” y en la misma noticia el entonces ministro recuerda que contra el paro no hay soluciones mágicas, y habla de la famosa reforma laboral y del tan traído y llevado contrato único.
·         Sábado 5/9/2011 EUROPA PRESS. “El gasto en prestaciones por desempleo baja en España un 7.1% en julio, hasta 2.400,3 millones de euros”
·         Jueves 4/10/2011 RTVE.es /AGENCIAS. El gasto en prestaciones por desempleo bajo un 5.8% en agosto, hasta 2.456,5 millones de euros.
La prestación del paro se sitúa en 838.9 euros de media.
Los beneficiarios de la prestación fueron 2.784.900 parados.
·         Jueves 3/11/2011 RTVE.es /AGENCIAS. El gasto por desempleo bajo un 5.7% en septiembre, hasta 2.417,1 millones de euros.
La cuantía media del paro es de 853.7 euros.
Un total de 2.720.661 parados cobran subsidio en España
·         Martes 29/11/2011 El mundo.es. “La OCDE prevé que el paro en España suba hasta el 23% el próximo año.”
o   El desempleo continuará por encima del 22% incluso en 2013 por el débil crecimiento económico
o   Recomienda abaratar el despido y que las subidas salariales no dependan de la negociación colectiva
o   Alerta de que las elevadas primas de riesgo se están trasladando a las entidades financieras
o   El organismo contempla una gran depresión en la zona euro por la crisis de deuda
·         Viernes 2/12/2011.RTVE.es/AGENCIAS. El gasto por prestaciones de desempleo en el mes de octubre de 2011 ha alcanzado la cifra de 2.461,4 millones de euros, y el número de beneficiarios fue de 2.791.065 personas. Siendo la cuantía bruta percibida por beneficiario de 858.2 €.
·         Martes 3/1/12 Expansión.com. “Los gastos totales de los servicios públicos de empleo en prestaciones de desempleo ascendieron a 2.568 millones de euros el pasado mes de noviembre, lo que representa un descenso del 2.3% respecto a igual mes de 2010. La cuantía media bruta de la prestación contributiva por beneficiario alcanzo en noviembre los 860.7 euros.
Los beneficiarios registrados a finales de noviembre ascendieron a 2.892.197.

Gasto desempleo(millones €)
Beneficiarios
Cuantia media bruta
Parados
Julio
2400,3
2759194,00
834,40 €
4079742,00
Agosto
2456,5
2784900,00
838,90 €
4133927,00
Septiembre
2417,1
2720661,00
853,70 €
4226774,00
Octubre
2461,4
2791065,00
858,32 €
4360926,00
Noviembre
2568
2892197,00
860,70 €
4420642,00
Diciembre




Total
12303,3
Tabla 1
Como resumen vemos con una sencilla cuenta como el gasto de desempleo se acerca a la cifra que decía el anterior ministro. El gasto en prestaciones el año pasado va a ser de 30.000 millones de euros y ha ido aumentando al aumentar el número de parados y por tanto los beneficiarios.
En el año 2010, el PIB fue de 1.062.591 millones de euros, y suponiendo que este se mantuviera en 2011, el gasto en desempleo representaría el 2.8% del PIB.
Pero en 2011 será ya del 3.2% como así reconoció el ministro de trabajo Valeriano Gómez el 27 de septiembre de 2011.
Y parece que la situación atrás descrita no tiene fin, todos los meses lo mismo.
Pero, vamos a ver como es la estructura del tan famoso mercado de trabajo para poder entender mejor las cosas o ver porque se destruye trabajo tan fácilmente en esta economía. Para analizar este mercado me gusta tener en cuenta las dos curvas que lo forman, tanto la demanda como la oferta. De la parte de la oferta se encontraran todas aquellas personas que son asalariados y en nuestro caso también incluiré a la gran masa de trabajadores que veremos más adelante que hay como personas físicas, y por la parte de la demanda están todas las empresas de cualquier tamaño desde un solo asalariado a mas de 250. De este mercado sacamos a los funcionarios del Estado porque forman parte de la superestructura necesaria para que el resto de cosas funcionen, porque si lo mantenemos dentro de la demanda colocamos al Estado como un empleador mas,  con capacidad para influir en  demanda de trabajadores, aumentando su estructura sin necesidad real, solo para maquillar las cifras de la población activa produciendo efectos a medio y largo plazo más perjudiciales que los beneficios a corto plazo.


Demandantes de trabajo.
Tipo de administración
2011
Central
550700
Seguridad Social
35100
Comunidad Autónoma
1795000
Local
677200
Empresa e Instituciones Públicas
149300
Otro tipo
8400
No sabe
2000
Total
3217700
FUNCIONARIOS EN ESPAÑA 4º TRIMESTRE 2011         Tabla 2

La población activa en España es de 23.081.200 personas de los que están ocupados a finales del cuarto trimestre de 2011 son 17.807.500, situándose la tasa de paro en el 22.85% con el agravante de que son ya 1.575.000 los hogares donde todos los miembros están en paro. Es importante que fijándonos en la tabla anexa, de funcionarios, que saquemos algunas conclusiones.
Si no hubiera parados en España los funcionarios representarían el 13.94% de la población activa pero en las circunstancias actuales representa el 18.06% de la población activa.
Teniendo en  cuenta que el cuerpo del estado se sustenta en la aportación del resto de los trabajadores y empresas con sus impuestos, podemos concluir que la población trabajadora realmente productiva seria aproximadamente de 14.739.100 personas. Si bien es justo reconocer que la tarea realizada por el cuerpo de funcionaros es imprescindible para el buen funcionamiento del Estado, aunque pueda estar sobredimensionado y suponga un coste excesivo, suponiendo esto un retraimiento de recursos necesarios en otras áreas de la economía. Lo que supone una reestructuración y adaptación de esta superestructura cosa que no se está haciendo porque a pesar de que la actividad y los puestos de trabajo en el sector privado está descendiendo (-2.3% 2009/2010) en todas las situaciones profesionales, el sector público crece un 2.2% en el mismo periodo. Co lo cual parece a priori que este cuerpo puede estar suponiendo un lastre y necesite redimensionarse.

Ofertantes de trabajo
El reparto de nuestras empresas según el Directorio Central de Empresas a 1 de enero de 2010 era de 3.291.263 incluida la agricultura y la pesca.
2010
%
Industria
230301
7,00%
construcción
510243
15,50%
comercio
796815
24,21%
resto servicios
1753904
53,29%
Total
3291263
Tabla 3
                                              
Importante es reseñar que según este mismo directorio las PYMES son 3.283.495 lo que representa que el 99.88% de las empresas tienen entre 0 y 249 asalariados, excluidos la agricultura y la pesca.

Este conjunto de empresas según los asalariados las podemos agrupar como sigue con datos de 2010. Datos a 1 de enero de 2011.

Sin asalariados
Microempresas
0-9
Pequeñas
10-49
Medianas
50-249
PYME
Grandes
250 y más
TOATL

1772355
1352363
136843
21934
328495
3879
3287374
%PYME
53.98%
41.19%
4.17%
0.67%



% TOTAL
53.91%
41.14%
4.16%
0.67%
99.88%
0.12%











Tabla 4

Según su condición jurídica se reparten como siguen.

persona física
S.A.
S.L.
C.B.
S. Coop.
Otras formas Jurídicas*
Total

1745250
104797
1124745
113113
22681
176788
3287374
%
53,09%
3,19%
34,21%
3,44%
0,69%
5,38%
 Tabla5

*Otras formas jurídicas incluye Sociedad colectiva; Sociedad comanditaria; Asociaciones y otros tipos y Organismos autónomos y otros,


De manera que podemos concluir que nuestro tejido industrial muestra una gran debilidad por diversas razones entre las que vamos a destacar:
1.       El 99.88% son pequeñas y medianas empresas, donde de ellas el 53.91% son sin asalariados y el 41.14% tiene menos de 9 asalariados.
2.       Las empresas entre 10 y mas asalariados representan solo el 4.95% de todo el tejido industrial y solo el 0.12% son de 250 asalariados o más.
3.       El 7% de las empresas pertenecen al sector industrial, empresas que sufren el mismo problema de dimensión, pequeña. Ver Tabla 8 y Tabla 3
4.       El 15.5% de las empresas pertenecen a la construcción sector que está ahora muy castigado por la burbuja inmobiliaria y la falta de financiación.
5.       El sector servicios está sobredimensionado con respecto al resto de sectores por esta razón es tan sensible a los cambios que se producen en el sector primario y secundario.
6.       Podemos hacer un cálculo aproximado de los asalariados del sector privado.
a.       14.739.100 personas productivas
b.         3.217.700 asalariados Sector Público
c.          1.745.250 Trabajadores por cuenta propia
d.                22.681 cooperativas
e.      Resultado 9.753.469 asalariados sector privado.
f.         
¿CÓMO SE REPARTEN LOS ASALARIADOS EN LOS SECTORES Y EMPRESAS?

En el año 2010 los ocupados por sector económico eran como siguen:


Miles
Variación 2009-2010
Agricultura
793
0,9
Industria
2610,5
-5,9
Construcción
1650,8
-12,6
Servicios
13402,2
-0,3
Total
18456,5
-2,3
Tabla 6

Y corresponden el 4% a la agricultura, 9% construcción, 14% industria y 73% servicios.
Observamos que en todos los sectores los ocupados descienden.Si nos fijamos en las cifras vemos que el sector servicios es el que mayor número de asalariados tiene seguido muy de lejos por la industria y la construcción y muchos menos la agricultura.
Pero lo más importante es ver cómo se reparten estos trabajadores en las empresas de cada sector para poder entender cuál es la debilidad de nuestro mercado.
Así en el año 2008 cuando la crisis apenas si llevaba un año cebándose con nuestras empresas el panorama era como sigue el 7% pertenecía a la industria, el 15% a la construcción y un 78% al sector servicios.
Y el tamaño de estas en función de sus asalariados era:
(porcentaje)
Industria
Construcción
Servicios
Sin asalariados
5
13
82
De 1 a 9
8
15
77
De 10 a 19
19
23
58
De 20 a 49
25
23
51
De 50 a 99
25
18
56
De 100 a 499
23
15
62
500 y más
20
7
72
Tabla7
Con esta tabla y si cruzamos los datos con la tabla nº 4 y como la proporción se mantiene aproximada en el tiempo nos damos cuenta que el número de empresas en función del número de trabajadores es el siguiente; solo me voy a fijar en los dos extractos más significativos por el volumen que representan.
Como el 95% de nuestro tejido industrial está formado por empresas sin asalariados y microempresas de entre 0 y 9 asalariados podemos saber cuántas empresas hay en cada sector lo que nos dará una mejor visión de lo famélico de nuestro tejido.

Nº empresas
Industria
Construcción
Servicios
Sin asalariados
88.617
230.406
1.453.333
De 1 a 9
108.189
202.854
1.041.319
Tabla 8

En el caso de la industria, si el total de empresas en el año 2010 eran 230.031 significa que el 85.45 % del tejido está  formado por empresas extremadamente pequeñas, lo mismo ocurre con el sector de la construcción, al que pertenecen un total de 510.243 empresas y estos mismos grupos representan el 84.91% del total y en el caso del comercio y resto de servicios  representan el 97% del sector.
Y esta estructura tan débil es también la causa de la facilidad con la que se erosiona el trabajo y aumenta el desempleo en momentos de recesión.
Por lo que a modo de conclusión opino que la tan comentada reforma laboral no puede solucionar en nada este mercado laboral, ya que el grueso de trabajadores se encuentran en tamaños de empresa donde las negociaciones son muy limitadas y la influencia de los sindicatos es nula, y seguro que trabajadores más flexibles que los que forman estos grupos no hay, las circunstancias les obliga.